martes, 30 de octubre de 2007


El viento sopla moviendo las ramas con los nuevos brotes de los árboles, que a pesar que los he visto durante 6 años, aun no se que de que especie son.
La sombra se proyecta sobre los grisáceos muros, el profesor dictaba su clase como de costumbre, las sombras de la nubosidad parcial, dicha en el noticiario, hace que la luz sea intermitente, se nota que la brisa es fuerte, las nubes se corren rápido.
No atiendo la clase. Me gusta ver como se mueven las nubes, recuerdo cuando iba en la básica, en un colegio en medio de la nada, en pleno campo, con barro en los inviernos, y hermosos días, con sol o nublados, con verde siempre los días son hermosos.
Recordé como corría por esos pastizales interminables, con esas nubes que imaginaba enormes naves espaciales o que formaban figuras como de planillas de psicólogo.
Creo que esa fue l primera vez que me enamore, de una niña de un curso superior. Era un amor de niño, idiota y sin sentido, aunque eso no cambia por los años.
Me sentí relajado, mientras oí caer la voz del profesor a mi lado derecho, creo que notó que miraba por la ventana. Lo mire a los ojos, y siguió su clase.
Los árboles siguen moviéndose, se contornean con el viento, cierro los ojos, me parece oír las hojas de los árboles, me imagino corriendo, o simplemente tirado en el pasto.
El sonido se va, la mancha de la luz en mis parpados de va moviendo, de un morado a un rojo, la mancha se desfigura, figuras extrañas, sombras y destellos veo en mi parpado. Llega el sueño, el sonido de las ramas es fuerte, camino por las calles de Valdivia, sus calles de piedra, el río quieto, su cielo semi-nublado…
-señor Luengo, pase a la pizarra a explicar…

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